Cosas a saber sobre el protocolo de Kioto




La asociación ecologista Greenpeace ha lanzado una nueva campaña ingeniosa a la vez que divertida. Esta vez contra la que consideran una marca de coches que amenaza los planes de reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera: Volkswagen. DarkSide es la campaña.
El lado oscuro de Volkwagen from Greenpeace España on Vimeo.
Según Greenpeace esta marca está intentando boicotear legislaciones europeas para llegar al objetivo de reducir la emisión de CO2 a la atmósfera.
Los ecologistas sostienen que aunque Volkswagen intentar ofrecer una imagen de marca ecológica lo cierto es que supuestamente está destinando mucho dinero cada año a favorecer a grupos de presión en Europa para conseguir que el objetivo de aumentar en 2020 la emisión de gases de efecto invernadero desde el 20% al 30%.
Greenpeace recuerda que hay otras marcas comerciales importantes como Sony, Mango, Philips, Ikea y Google que ya están apostando y apoyando este objetivo y por eso piden a Volkswagen que de marcha atrás y se una a este objetivo que promoverá que el planeta se salve. Máxime cuando esta marca es la mayor empresa de automóviles de toda Europa.
Le piden en concreto además que amplíe sus modelos respetuosos con el medio ambiente ya que en la actualidad sólo representan un 6% de sus ventas totales y anima a que elaboren un plan que consiga que en 2040 todos sus modelos funcionen sin necesidad de petróleo.
La forma de la campaña es tremendamente original y divertida ya que han utilizado la imagen de los Jedi y la Guerra de las Galaxias animando a Volkswagen a que “abandone el lado oscuro” y a los internautas a que “se unan a la alianza rebelde”.
Imagen: Greenpeace Italia en Flickr.com, GuenterHH en Flickr.com
Se nos esconden o maquillan las noticias sobre la revuelta social y sindical que se vive en estados Unidos, nos niegan la fragilidad actual del dólar USA y la quiebra técnica de 44 estados de la Unión.
Nos engañan sobre los verdaderos motivos de las revoluciones árabes, que son esencialmente sociales y contra la subida de los alimentos; por la instauracion de la democracia y contra dictadores que colocó en su sillon Occidente o con los que siguen colaborando como en el caso de Bahrein.
Nos tienen pendientes de su guerra en Libia, sus daños colñaterales y su “humanismo”.Tan genocida es Gadafhi, como el emir de Bahrein, el de Omán, el rey de Arabia Saudita o las leales monarquías europeas, es decir los reyes de Marruecos y de Jordania. Todos ellos oprimen, criminalizan y asesinan a sus habitantes y a todos ellos la gente de la calle está dando una lección de dignidad, conciencia social y valor.
Algo se está cociendo aqui, en Europa, a pesar de que fruto de la confusión, los banqueros y los políticos finalmente esten intentando salvar sus culos, pero siempre imponiendo sus condiciones. En Francia, Grecia, Portugal, España , y ahora también en Gran Bretaña, se comienza a articular la resistencia activa ciudadana. La indignación crece, a pesar de la censura impuesta sobre las protestas y revueltas sociales. La situacion desesperada de algunos colectivos y la crisis economica esta fomentando la revuelta pacífica, pero energica de los ciudadanos.
Tenemos que permanecer vigilantes, no vaya a ser que dirijamos nuestra ira solamente sobre los políticos y vayan a colarse entre nosotros, asi como quien no quiere la cosa y entre el revuelo, banqueros, especuladores, grandes fortunas y sus medios de difusión, publicidad y propaganda.
El poder popular no existe hace años, ha sido silenciado. Tenemos que recuperar nuestra soberanía popular, para que las grandes fortunas, la "elite" y la oligarquía deje de manipular y controlar nuestro pais, y para que los grandes grupos financieros y la banca, dejen de ser los autenticos poderes que alimenten un sistema que solo les favorece a ellos, con la descarada complicidad de los gobiernos y la inmoral vista gorda de Bruselas.
Hay pues que atacar directamente al corazón de los causantes de la crisis. Los ricos están haciendo mas caja que nunca y encima pagan menos impuestos. Nuestro triunfo es que se sepa, que los conozcamos y les controlemos, situando de esta forma la DEMOCRACIA REAL por encima de la salvaje economía financiera. Hay que recuperar los derechos laborales y la dignidad del trabajo, liberar de su carga a las personas afectadas por la criminalidad de entidades financieras, rescatar a autónomos y pequeñas empresas que han sido vapuleadas por los bancos y chantajeadas por el corte de grifo de los créditos.
La solucion no vendra de la mano de las derechas conservadoras, de las izquierdas obsoletas ni de los nacionalismos radicales. La solución es "resetear" el sistema y hacerlo solidario, social, ecologico, democrático-participativo y dedicado exclusivamente al bien común. El pueblo trabajando para el pueblo.
Los culpables de la crisis económica mundial tendran que pagarlo. Hay que depurar responsabilidades, procesar y encarcelar a los responsables de tanto delito económico y fiscal en lugar de recibirles con fanfarrias, gaiteros y alfombras rojas. Los causantes del paro, el empobrecimiento y la ruina de tanta gente, deben sentarse ante un tribunal y responder de sus actos.
El nombre de Chernóbil ha sido en los últimos 25 años el sinónimo más conocido de catástrofe nuclear. Dio nombre incluso a un tipo de reactor cuya sola mención bastaba para desatar todas las alarmas. El accidente de la central de Fukushima se ha sumado al escaparate de los peores miedos, aunque en este caso los japoneses se pueden hacer una idea cabal de lo que queda un cuarto de siglo después de la explosión del reactor número 4 de Chernóbil. La fusión del nucleo de un reactor, como sucedió aquí, sigue siendo la principal pesadilla de los ingenieros nucleares.
Sobre lo que pasó en las primeras horas de la madrugada del 26 de abril de 1986 «sabemos prácticamente todo con la mayor exactitud», dice José Mota, experto portugués que trabaja para la agencia de seguridad nuclear de la Comisión Europea. En resumen, «los responsables de la central intentaron realizar un experimento para mejorar los márgenes de seguridad del reactor, pero para ello violaron algunos de los mecanismos de protección», lo que desembocó en una catástrofe sin precedentes.
Los científicos han estado preocupados pensando que el destino de los residuos radiactivos era el principal problema, cuando los dos peores accidentes de la historia nuclear demuestran que la gran cuestión es mantener funcionando a toda costa y en cualquier circunstancia el sistema de refrigeración del núcleo. Lo que tienen en común Chernóbil y Fukushima es que en ambos casos falló el sistema que impide que el núcleo se sobrecaliente, aunque en Japón el incidente lo causó el peor maremoto de los que se tiene noticia y en Ucrania fue más la mala gestión de un experimento que inicialmente pretendía precisamente reforzar la seguridad.
La idea era muy prometedora, al menos sobre el papel. Puesto que los generadores diésel necesitaban cierto tiempo para alcanzar su régimen de crucero en caso de parada del reactor, los ingenieros soviéticos pensaron que en caso de emergencia podría utilizarse la inercia de las turbinas y garantizar así momentáneamente la electricidad necesaria para bombear el agua del circuito de refrigeración. Dos elementos intervinieron para hacer posible el accidente: el primero, que el equipo de ingenieros que realizó el experimento no fue el que había sido adiestrado adecuadamente, porque la prueba fue aplazada debido a que la industria ucraniana pidió más energía el mismo día en que se había programado la parada experimental, y la segunda, que para hacer el experimento se violaron todas las reglas de seguridad, incluyendo la desconexión del ordenador de control, precisamente porque hubiera impedido realizar acciones prohibidas.
El ingeniero Andrei Lujov lo recuerda perfectamente, porque aquel día tenía que haber estado en el turno de noche del reactor número 4, «pero como se había programado pararlo para hacer el experimento me avisaron para que no fuera a trabajar». Lujov es hoy uno de los 3.500 trabajadores que todavía acuden cada día a la central para desmantelar los restos del reactor accidentado y de los otros tres que estuvieron funcionando hasta el año 2000. Vivía en Pripiet, la localidad de 45.000 habitantes que fue evacuada en apenas unas horas, aunque con tres días de retraso, porque los responsables de la dictadura trataron de ocultar la información.
El accidente de Chernóbil no solo destruyó la reputación de la industria nuclear soviética, sino que probablemente esa reacción defensiva del régimen de Moscú fue el comienzo del fin de su credibilidad. Cuando los ciudadanos se dieron cuenta de que las autoridades les habían ocultado un suceso como este, empezaron a hacerse las preguntas que nunca antes se habían atrevido a plantearse.
La información, de todos modos, sigue siendo muy escasa cuando se trata de Chernóbil. Un cuarto de siglo después del accidente, no ha sido posible estimar de forma indiscutible el número de víctimas que causó la mayor emanación artificial de radiactividad en la historia. Algunos informes hablan de 28 muertes entre menos de quinientas personas hospitalizadas, mientras que los ecologistas alemanes presentaron en 2006 un informe según el cual hasta 120.000 personas pudieron padecer cáncer en toda Europa a causa de las emisiones, la mitad de ellos en Bielorrusia y Ucrania.
En realidad, las antiguas repúblicas soviéticas vivieron periodos extraordinariamente calamitosos a consecuencia de la desintegración de la URSS y hay también teorías que tienden a decir que aquellos años de escasez y miseria, especialmente en Ucrania, fueron peores que el propio accidente. Según otras tesis, las autoridades actuales de Kiev no tienen inconveniente en seguir alimentando teorías catastrofistas, porque ello garantiza que la comunidad internacional le seguirá ayudando financieramente a hacerse cargo de los restos del reactor.
Pero seguramente el accidente de Fukushima ha sido también la mejor manera de recordar que Ucrania sigue necesitando invertir mucho dinero para gestionar, mantener e intentar desmantelar lo que queda de aquella central, unos trabajos que durarán probablemente durante el próximo siglo. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, acaba de anunciar que la UE ha decidido añadir este año otros 110 millones de euros para seguir financiando el proyecto de construir el caparazón de acero con el que se enclaustraría el reactor número cuatro. Y confiando en que en las próximas cuatro o seis décadas se desarrolle una tecnología para hacer que robots teledirigidos puedan intentar desmantelar la madeja de hierros y hormigón, todo ello altamente radiactivo, que yacen bajo el sarcófago que los militares soviéticos crearon después del accidente para tratar de confinar la amenaza.
Ese sarcófago hará las veces de la cúpula de seguidad que Chernóbil no tenía, pero que en el caso de Fukushima ha salvado a los japoneses de haber sido víctimas de una gigantesca emisión de radioactividad como la que escapó desde Ucrania a media Europa. Pero por lo demás, es muy posible que dentro de otros 25 años, tanto Chernóbil como Fukushima seguirán compartiendo muchas cosas, empezando por una zona de exclusión de treinta kilómetros alrededor de los reactores accidentados y muy posiblemente para entonces también una tecnología, que aún no conocemos, para desmantelarlos.