Los últimos meses se está confirmando lo que
desde hace años ya se podía ver. La dictadura ha vuelto con plena fuerza. La
mayoría absoluta, combinada con un partido político dictatorial, donde manda la
‘disciplina de partido’, convierte la democracia representativa en una farsa.
El Parlamento, un espectáculo en el cual la
mayoría absoluta impide cualquier debate y se niega a dar respuesta real a las
preguntas de la oposición. Dónde los votos de los representantes, son un
formalismo, digno de cualquier estado totalitario. Ni cuenta la opinión propia
de los parlamentarios del partido bajo mando del líder único. ¡Disciplina!
¿Y qué averigua una comisión de investigación?
Dónde los mismos investigados, corruptos e incompetentes se auto-contemplan.
Los mismos que deciden qué pruebas se presentan, qué testimonios se escuchan y
al final elaboran las conclusiones establecidos desde el principio. La
impunidad siempre reina dónde los que mandan a ‘matar’, juzgan y decretan el
dictamen final. Cuando los corruptos ni siquiera se acuerdan de los que les
emplean virtualmente. Dónde la fotocopia se vuelve más real que el original.
Viajes millonarios, ¿quién controla quiénes pagan qué partes? Y, ¿quiénes
participan en qué cacerías, pagados por quiénes? Al final, la factura pasa a la
empresa correspondiente, y tu y yo, asumimos parte de la cuenta, como para
ellos, los gastos de diversión se desgravan. Noches de boda, todo incluido.
¿Para qué sirve la llamada separación de los
tres poderes? El Aparato del Partido, a través del poder ejecutivo, somete
al poder legislativo y a la justicia. Los fiscales nombrados desde los mimos
intereses, cierran el círculo de la dictadura perfecta, maquillada con una
capa de barniz democrático. El aparato judicial, incapacitado por falta de
medios, garantiza la impunidad dónde interesa a los que mandan. Y a la vez
reprimen todo lo que se opone a su imperio. Violentos Antisistema, Terroristas
Callejeros, Okupas, Ilegales, Desempleados, todos parece confluir en peligrosidad.
El partido nacionalista español, que pretende
ser el único defensor de la constitución, en realidad la pisotea, la viola
y la manipula para establecer su dictadura. “Su estructura interna y funcionamiento
deberán ser democráticos”, dice la constitución sobre los partidos políticos.
Aunque ya estamos acostumbrad@s, Su Voluntad siempre es presentada como la
máxima expresión de la Democracia. No es de extrañar que su sucesor será Su
Elegido, como en las ‘mejores’ dictaduras. El Comité Ejecutivo, sin duda,
ni falta, sigue unánime a su Líder.
El presidente de un gobierno tiene la tarea
de representar a tod@s l@s ciudadan@s y a los intereses de todo el estado.
¿Cómo pueda ser eso compatible con el cargo de presidente de un partido político?
Pero dónde reina el Partido todoPoderoso, no se suele hacer distinción ninguna
entre intereses propios e intereses del estado. ‘El Partido soy Yo.’
Mientras la Fundación que apologiza al Gran Dictador,
recibe subvenciones millonarias, los nietos de las decenas de miles de desaparecidos
tienen que abrir las tumbas con las manos. Para no olvidar. En lejanos estados,
llamados ‘subdesarrollados’, sí parecía estar llegando algo de esperanza para
las victimas de los crímenes contra la Humanidad. Aunque otra vez, el Viejo
Colonizador y Asesino de Pueblos, vuelve a garantizar la impunidad a los viejos
sirvientes criminales, al negar la posibilidad que sean juzgados fuera de
su territorio. El Viejo aparece de nuevo, después una terapia de rejuvenecimiento
en los Azores, de la mano del Gran Hermano. Con una nueva doctrina, o ¿será
la misma?
Pero ninguna dictadura está completa, sin
someter también el poder informativo. La manipulación de los medios de
comunicación, cada vez más descaradamente, hasta el absurdo, asegura la
construcción de la imagen brillante, tan inconfundible para todos los Jefes
Absolutos. Poco a poco se vacía el estado, se lo corrompe, mientras las masas
quedan entretenidas con mentiras, con un mundo imaginario e ilusorio. Adictos
al consumo, bajo adoctrinamiento de la publicidad, atontados con basura y las
buenas noticias, ‘España va bien’. Se mantiene la ilusión. Pero a la vez se
siembra el miedo. La inseguridad ciudadano provoca la exigencia de más control
del estado. El aparato represivo se extiende. Y así, la desprotección de las
mayorías facilita la protección de los poderosos.
Y como siempre, las aspiraciones de imperio
vuelven a surgir. Toca sacar de la esquina ‘la Grande y la Unida’, aunque
hiciera falta bombardear e invadir otro estado. Para proteger a los
privilegiados. ¡Viva el consumo! ¡Viva el crecimiento! ¡Viva la guerra!
Pronto nos dejarán opinar. Y tan atontad@s nos
tienen, que otra vez saldrán con lo suyo. ¿Será?
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