miércoles, 21 de marzo de 2012




Los últimos meses se está confirmando lo que desde hace años ya se podía ver. La dictadura ha vuelto con plena fuerza. La mayoría absoluta, combinada con un partido político dictatorial, donde manda la ‘disciplina de partido’, convierte la democracia representativa en una farsa.

El Parlamento, un espectáculo en el cual la mayoría absoluta impide cualquier debate y se niega a dar respuesta real a las preguntas de la oposición. Dónde los votos de los representantes, son un formalismo, digno de cualquier estado totalitario. Ni cuenta la opinión propia de los parlamentarios del partido bajo mando del líder único. ¡Disciplina!

¿Y qué averigua una comisión de investigación? Dónde los mismos investigados, corruptos e incompetentes se auto-contemplan. Los mismos que deciden qué pruebas se presentan, qué testimonios se escuchan y al final elaboran las conclusiones establecidos desde el principio. La impunidad siempre reina dónde los que mandan a ‘matar’, juzgan y decretan el dictamen final. Cuando los corruptos ni siquiera se acuerdan de los que les emplean virtualmente. Dónde la fotocopia se vuelve más real que el original. Viajes millonarios, ¿quién controla quiénes pagan qué partes? Y, ¿quiénes participan en qué cacerías, pagados por quiénes? Al final, la factura pasa a la empresa correspondiente, y tu y yo, asumimos parte de la cuenta, como para ellos, los gastos de diversión se desgravan. Noches de boda, todo incluido.

¿Para qué sirve la llamada separación de los tres poderes? El Aparato del Partido, a través del poder ejecutivo, somete al poder legislativo y a la justicia. Los fiscales nombrados desde los mimos intereses, cierran el círculo de la dictadura perfecta, maquillada con una capa de barniz democrático. El aparato judicial, incapacitado por falta de medios, garantiza la impunidad dónde interesa a los que mandan. Y a la vez reprimen todo lo que se opone a su imperio. Violentos Antisistema, Terroristas Callejeros, Okupas, Ilegales, Desempleados, todos parece confluir en peligrosidad.

El partido nacionalista español, que pretende ser el único defensor de la constitución, en realidad la pisotea, la viola y la manipula para establecer su dictadura. “Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”, dice la constitución sobre los partidos políticos. Aunque ya estamos acostumbrad@s, Su Voluntad siempre es presentada como la máxima expresión de la Democracia. No es de extrañar que su sucesor será Su Elegido, como en las ‘mejores’ dictaduras. El Comité Ejecutivo, sin duda, ni falta, sigue unánime a su Líder.

El presidente de un gobierno tiene la tarea de representar a tod@s l@s ciudadan@s y a los intereses de todo el estado. ¿Cómo pueda ser eso compatible con el cargo de presidente de un partido político? Pero dónde reina el Partido todoPoderoso, no se suele hacer distinción ninguna entre intereses propios e intereses del estado. ‘El Partido soy Yo.’

Mientras la Fundación que apologiza al Gran Dictador, recibe subvenciones millonarias, los nietos de las decenas de miles de desaparecidos tienen que abrir las tumbas con las manos. Para no olvidar. En lejanos estados, llamados ‘subdesarrollados’, sí parecía estar llegando algo de esperanza para las victimas de los crímenes contra la Humanidad. Aunque otra vez, el Viejo Colonizador y Asesino de Pueblos, vuelve a garantizar la impunidad a los viejos sirvientes criminales, al negar la posibilidad que sean juzgados fuera de su territorio. El Viejo aparece de nuevo, después una terapia de rejuvenecimiento en los Azores, de la mano del Gran Hermano. Con una nueva doctrina, o ¿será la misma?

Pero ninguna dictadura está completa, sin someter también el poder informativo. La manipulación de los medios de comunicación, cada vez más descaradamente, hasta el absurdo, asegura la construcción de la imagen brillante, tan inconfundible para todos los Jefes Absolutos. Poco a poco se vacía el estado, se lo corrompe, mientras las masas quedan entretenidas con mentiras, con un mundo imaginario e ilusorio. Adictos al consumo, bajo adoctrinamiento de la publicidad, atontados con basura y las buenas noticias, ‘España va bien’. Se mantiene la ilusión. Pero a la vez se siembra el miedo. La inseguridad ciudadano provoca la exigencia de más control del estado. El aparato represivo se extiende. Y así, la desprotección de las mayorías facilita la protección de los poderosos.

Y como siempre, las aspiraciones de imperio vuelven a surgir. Toca sacar de la esquina ‘la Grande y la Unida’, aunque hiciera falta bombardear e invadir otro estado. Para proteger a los privilegiados. ¡Viva el consumo! ¡Viva el crecimiento! ¡Viva la guerra!

Pronto nos dejarán opinar. Y tan atontad@s nos tienen, que otra vez saldrán con lo suyo. ¿Será?


Hendrik Vaneeckhaute

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